domingo, 22 de noviembre de 2009

El gato de Schrödinger y la fuente de la eterna juventud



  Este es un sueño que tuve hace tan sólo un par de días, en el cual aparentemente se resuelve (al menos dentro de mi universo) el conflicto de la muerte.

  Nos encontrábamos con mi familia en un gran negocio, mezcla de bazar y casa de antigüedades cuando observé que mi padre estaba en la caja pagando por su compra: un extraño gato blanco para mí. El felino en cuestión no estaba realmente vivo, al menos no de la misma forma que nosotros. Era un gato al que después de muerto, lo habían embalsamado o tal vez realizado algún procedimiento de mayor sofisticación, y le habían colocado una suerte de motor o dispositivo electrónico adentro conectado directamente a su cerebro para mantenerlo con vida. El antedicho motor aparentemente ocupaba gran parte de la caja torácica del gatito ya que de lejos yo lo miraba caminar y observaba como le sobresalía del cuerpo una protuberancia cilíndrica que giraba sobre un eje imaginario entre su cola y su cabeza. Mirarlo me daba asco y lástima a la vez.

  Ya realizada la compra del animal, me dispuse a jugar un rato con él para probar como andaba. Me recosté sobre un sillón de dos cuerpos que había en una esquina del local. El tétrico gato zombie me rasguñaba y mordía todo el tiempo, estaba inquieto y nervioso. Pensé entonces que habían dos posibilidades: o su personalidad siempre había sido muy violenta, o el hecho de haber sido revivido de esta forma tan antinatural lo había transformado en un ser siniestro. Esta ultima hipótesis puede sonarle un poco rara a quién nunca haya visto la película “Pet Sematary” o su traducción al español “Cementerio de Mascotas”, pero en el sueño tenia una lógica incuestionable.

  Me acerque a una mujer que era a la vez la vendedora del local y una de mis tías en el mundo real y le pregunté si la personalidad del gatito podía haberse trasformado a causa de este procedimiento tecnológico para revivirlo. Su respuesta fue concreta y contundente: la personalidad no cambia.

  Todo estaba más claro ahora, el gatito tenía un carácter complicado, pero siempre lo había tenido, y no había nada diabólico ni siniestro en todo este asunto. En ese momento pensé: si la tecnología actual ha llegado a este punto, dentro de poco tiempo, una vez que optimicen el funcionamiento de dispositivo, los humanos podremos extender indefinidamente nuestra existencia!!! La ciencia nos permitirá vivir eternamente.


  Saqué algunas conclusiones acerca de Mayala (mi universo paralelo) analizando este sueño y el anterior que les conté. Primero, en mi universo paralelo ya se conoce el origen de la vida y de todo lo que existe. Segundo, tenemos la tecnología necesaria para que la gente nunca muera realmente. Y por último parece que no existe tal cosa como el alma, o más bien, el alma allí no es nada incorpóreo ni espiritual. El secreto del por qué somos como somos radica en este universo solamente en el cerebro, eso es lo que hacía al gato agresivo y por eso la muerte no había cambiado su personalidad.

  Creo que en mi universo paralelo las preguntas filosóficas pueden responderse fácilmente, con argumentos que por supuesto son intransferibles al mundo real, en el que siempre hay más preguntas que respuestas y más problemas que soluciones, pero en el cual la vida cobra mayor valor, ya que es una singularidad en el vasto mar de la no existencia, algo valioso por su escasez y fragilidad, algo limitado en su extensión física y temporal pero infinito en la riqueza de su contenido.

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